“Si los hechos no coinciden con mi teoría, aquéllos deben ser desechados” (HUTCHINSON, TOMÁS:” LEY NACIONAL DE PROCEDIMIENTOS ADMINISTRATIVOS”, Edit. Astrea,, Bs. As., 1988, T. II, pág. XVII)
escribe el Dr. Ricardo Guillermo Cardinali.
INTRODUCCION
Pocas profesiones han sido a través de los siglos tan calumniadas, denostadas y humilladas como la nuestra.
¿Quién no escuchó alguna vez uno de éstos?:
• ¿Por qué los tiburones no atacan a los abogados? Por ética profesional.
• ¿En qué se diferencia un abogado de un cuervo? En que uno es rapaz, ladrón y traicionero, y si ti puede te saca los ojos, y el otro es un inocente pajarito negro.
• ¿Qué le dijo un buitre a un abogado? ¡Sos mi ídolo! Vos te los comés vivos.
• ¿Por qué no hacen estampillas con caras de abogados? Porque la gente no sabría de qué lado escupir.
• Cuando alguna persona ayuda a otra a cometer un delito, se llama cómplice. Si lo ayuda después, abogado.
Y la lista es interminable. De cuanta porquería pasa en el mundo tenemos la culpa nosotros.
Y de taquito nos encajan cuanto lugar común anda dando vueltas por ahí:
Los abogados son secos y formales.
Los abogados son estructurados.
Los abogados no tienen sentido del humor.
¡Los abogados las Institutas!
¡Digamos basta de una buena vez! ¿Hasta cuándo vamos a permitir tantos ultrajes?
Nosotros, que somos los valientes defensores de la Libertad, la Vida y el Patrimonio de las personas. Nosotros, que hacemos resplandecer la espada de la Justicia. Nosotros, que luchamos por el triunfo del Estado de Derecho. Y luchamos con éxito, que se ve plasmado en la confianza que el pueblo tiene en la Administración de Justicia, en el Poder Judicial y en los Jueces.
Hablando en serio, tenemos tanta mala fama que cuando alguien se entera de que un amigo fue a ver a un abogado pone la misma cara que si se tratara de un náufrago que cayó en una isla habitada por antropófagos. Y esto no lo digo yo. Lo dijo el maestro Calamandrei en 1919.
-¿Cómo? ¿Qué quién es Calamandrei? ¿No sabés quién es Calamandrei, insecto? ¿Qué te pasa, tenés un problema de comprensión de textos, infeliz? ¿No leíste el título, gusano? ¿Sabés que quiere decir “Sólo para abogados”, ignorante? ¿Qué te metés a leer esto, zángano? ¿No ves que no tiene fotos ni dibujitos, inútil? Rajá de acá, querés.
Perdón colegas, pero se metió en nuestra conversación el principal responsable de todas nuestras angustias, de todos nuestros esfuerzos, de todas nuestra penurias… y de todas nuestras puteadas. Me interrumpió nuestro principal enemigo, nuestro predador implacable, nuestro dolor de muelas, nuestra piedra en el zapato, nuestra astilla debajo de la uña: me interrumpió un cliente.
1)EL CLIENTE. CONCEPTO
Si bien este tópico debería ser tratado en la clasificación (ver infra, ap. 3) resulta necesario anticipar que el cliente, en razón de su causa fuente se divide en dos grandes grupos: cliente contractual y cliente extracontractual.
1.1)Cliente contractual: es todo ente susceptible de adquirir derechos o contraer obligaciones pero que los adquiere o las contrae sin consultar a un abogado para ahorrarse los honorarios. Y así son las cagadas que hace…
1.2)Cliente extracontractual: es el infeliz que va en bici de contramano, el que no mira cuando cruza la calle, el que maneja borracho a 150 km/h, y la que chilla en Crónica TV porque se le murió la criatura… de tres años que estaba jugando sola en la autopista…
2)NATURALEZA JURIDICA
Arduos fueron los debates doctrinarios que intentaron aproximarse a la intrincada cuestión de la naturaleza jurídica del cliente. Por exceder los fines de esta monografía, dejaremos de lado las cuestiones filosofíco-teológicas que desde antiguo obsesionaron a los más grandes pensadores de la humanidad para responder a la pregunta ¿Es el cliente un ser humano?
Dando por supuesto que tan esclarecido auditorio conoce los pormenores del debate de autos, me permito –con muchas dudas, por cierto- pronunciarme por la afirmativa: el cliente es un ser humano con una función específica en el universo: romperle la paciencia, por no decir otra cosa, al abogado.
3)CLASES DE CLIENTES
No intento aquí realizar una clasificación taxativa ni detenerme en un casuismo exacerbado pero prima facie se observan distintos tipos característicos de clientes tales como el ansioso, que pregunta recurrentemente “¿Y esto cuánto me va a a tardar?, o el miserable, que te acosa con el “¿Cuánto me va a salir?” . El desconfiado que te `pregunta “¿Lo puedo leer antes de firmar?” , entonces vos le pasás resignadamente una demanda de noventa y nueve fojas y mientras el tipo lee sin entender un pepino, te quedás bostezando y mirando el cielorraso los siguientes cuarenta y cinco minutos y pensando por qué carajo te habrá dado lástima hacerlo gastar plata en un poder y tuviste la maldita idea de presentarte como patrocinante, hasta que el tipo con aire de suficiencia, y a veces hasta con un guiño cómplice, te dice “Está bien esto, ¿eh?”
-Gracias man, así me quedo más tranquilo-(por cuestiones de educación, se aconseja recitar la puteada mentalmente).
Debe recordarse también al distraído, que cuando estaba buscando el número del plomero en el centro de mesa donde amontona todas las cuentas impagas, porque le pierde la canilla del baño, encontró algo que lo hizo acordar que te tenía que ir a ver. Y te cae al estudio y te dice:
-Doctor, me llegó un papel -mientras saca de una bolsa de Carrefour un amasijo informe, roñoso, pisoteado y manchado con mate y salsa, del cual vos alcanzás a leer antes de que llegue a tus manos los fragmentos de las siguientes las palabras: …ANDAMIE… …TIMACIO… …AGO… …CITAC… REMATE, y al tiempo que se te piantan dos lagrimones le hacés la pregunta de práctica:
-¿Cuánto hace que le llegó el papel?
-Tres meses.
Hay un viejo chiste que dice que las mujeres son como las tormentas tropicales: cuando se aproximan, salvajes y húmedas. Y cuando se van se llevan la casa, el auto…
Es una verdad a medias, porque para que esto suceda se necesita la invalorable colaboración de otro sub grupo de clientes, uno de mis favoritos: el macho argentino. Puede ser que haya sido un garca con la ex jabru, o puede que la garca haya sido ella. No calienta. Los resultados son análogos. Nunca pagó alimentos o si los pagó no tiene recibos porque no los pidió. Y aunque el primero que se embrome y el segundo te da lástima, el resultado es el mismo. El macho argentino no contesta la demanda, deja pasar el tiempo total “qué me va a hacer ésa”, y cuando te va a ver tiene un embargo por alimentos atrasados que no lo salva ni David Copperfield. Y ahí te dice enfurecido:
-La mato, la agarro y la mato.
-Si la mata diga que vio como una nube y que después no se acuerda de nada –le alcanzás a decir, a modo de despedida.
Como anticipé supra, la clasificación no es taxativa. Es más, no solamente no es taxativa.
Es interminable…
(Continuará…)
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